“Lo que no te mata, te hace más fuerte”. He venido escuchando ese refrán desde que tengo memoria: en mi familia, mis padres y mis tíos lo ocupaban casi todo el tiempo. En el colegio, el profesor de educación física lo repetía cuando mis compañeros y yo nos negábamos a seguir haciendo ejercicio. Lo he escuchado de distintas personas y en distintos contextos pero creo que, en el fondo y desde mi perspectiva, viene a recordarnos que ante la adversidad, la mayoría de las veces, salimos fortalecidos. Mucho depende del enfoque que ocupemos para medirlo.
Confieso que, de la lista de refranes conocidos, éste es el que menos me gusta, lo siento poco amigable y que no acoge o contiene la pena o la necesidad de una persona en un momento determinado. Sin embargo, es lo más idóneo que encuentro en este momento. ¿Cuántas veces nos hemos visto enfrentados a situaciones/desafíos personales y laborales en los que hemos tenido que recurrir a nuestras últimas reservas de energía para salir adelante? Me gusta le definición de energía ocupada en física: “capacidad de generar movimiento o lograr la transformación de algo”.
Si miramos el año que recién terminó, estoy seguro que encontraremos, al menos, cinco ocasiones en las que sentimos que no seríamos capaces de seguir adelante... pero lo hicimos. Con mayor o menor dificultad, sorteamos un año lleno de desafíos y pudimos llegar a la noche del 31 de diciembre y celebrar con nuestros amigos, familia o solos.
Antes de caer en la vorágine del nuevo año y el ritual, para algunos, de fijar metas y objetivos aceleradamente, me gustaría que nos diésemos los permisos necesarios en lo que queda de semana para celebrar nuestros éxitos, nuestras victorias. Fuimos capaces de sortear un año lleno de cambios sociales, subidas y bajadas económicas y, para qué decir, profundos cambios personales. Quizás estos cambios no nos llevaron a transformar nada en nuestra vida, pero sí creo que nos llevaron a abrir los ojos y a mostrarnos que, quizás, no estábamos tan bien como creíamos. La relación o el trabajo en el que estábamos, después de todo, no eran tan fabuloso o no llenaban tantas necesidades como en un primer momento creímos que lo harían. Cualquiera sea el desafío al cual te viste enfrentado en el 2013, quiero pedirte que lo recuerdes en detalle: el impacto que produjo en ti, cómo te hizo sentir en un primer momento y las estrategias o planes de acción que tomaste, más o menos consciente, para salir de esa situación y cambiar tu realidad.
El tiempo y la experiencia me han demostrado que, en un mundo sin certezas, ante una realidad tan poco predecible, es importantísimo ir mirando hacia atrás de vez en cuando. Es fundamental avanzar, sí, estoy totalmente de acuerdo en ello, pero también es primordial ver el recorrido que hemos hecho, para descubrir y contabilizar nuestras fortalezas y recursos y así darles el valor y el espacio que se merecen y saber que están, existen, y que forman parte de nosotros y que podemos ocuparlos en el minuto en que se nos ocurra, y finalmente, para ver en dónde empezamos, en qué parte del camino nos encontramos y cuánto nos falta para llegar.
Acá va otro refrán que tampoco me gusta, pero que sirve para ilustrar: “El hombre inteligente aprende de sus propios errores; el sabio, aprende de los errores de los demás”. Creo que todos somos, a veces, un poco más sabios y en otras ocasiones más inteligentes…
Deseo que este sea el inicio de un maravilloso nuevo año.
¡FELIZ 2014!
Ingeniero Civil Informático, miembro de la Corporación Chilena de Proyectos y diplomado en Liderazgo y Habilidades Directivas de la escuela de negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez. Apasionado por la administración de proyectos, Internet y tecnología. Escribo porque me gusta y para vaciar mi mente de todas las ideas que allí habitan (y en caso de que alguna vez me golpee la cabeza y pierda todos mis recuerdos). Este blog será testigo de lo que alguna vez hice...
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