Hoy me topé accidentalmente con una entrevista que le hicieron a Susan Cain (abogada y escritora del libro Tranquilo: El poder de los introvertidos en un mundo que no para de hablar), acerca de cómo había sido su experiencia de vida como introvertida e inserta en un ambiente lleno de abogados y juicios orales. Y la verdad es que a medida que la iba leyendo me sentía más y más identificado con cada una de sus palabras. (Al final del post compartí un video de una charla TED de la autora).
Cada mañana me levanto a las 5:45 para entrenar en el gimnasio antes de irme a trabajar. Tengo a mi cargo un equipo de diecisiete brillantes ingenieros, mi equipo de proyecto, con los que me relaciono todos los días. Cada viernes me reúno con Gabriel Bunster, mi coach, para conversar acerca de alguna idea que tenga en mente o para potenciar alguna área en mi vida profesional y/o personal. Los fines de semana descanso y me reúno con amigos, cuando puedo. Por lo general es una rutina que no cambia mucho. Sin embargo, este último tiempo me he forzado a ser más sociable. Acudir a eventos de Emprendimiento y Project Management para conocer más personas, hacer networking e interactuar un poco más.
Esto es algo que muchos no perciben, pero hay veces en que me siento asfixiado en reuniones sociales o en la misma oficina. Cada vez que puedo me escapo a una oficina cerrada con mi computador o me voy a caminar para poder estar solo. ¡Me encanta estar solo!
A veces busco momentos para estar conmigo mismo. De hecho, las mejores ideas y soluciones han aparecido cuando bajo las revoluciones, me aparto de los demás y me relajo. Por supuesto, después de esas ideas me reúno con mi equipo de trabajo, las discutimos, desarrollamos y por lo general llegamos a algo mucho mejor. Pero el punto de partida, al menos para mí, lo logro en compañía de mi mismo.
Por años me sentí mal al hacer esto y me retaba constantemente por aislarme de los demás. Por preferir, en muchas ocasiones, estar conmigo mismo antes que compartir con otros. Me preguntaba cómo diablos podría pretender tener personas a cargo o convertirme en líder si no era capaz de exponer mis ideas con claridad ante un gran grupo de personas, persuadirlos, ser carismático, etc. Sin embargo, trabajando duramente e intentando conocerme, fui logrando lo que quería, pero en mi cabeza permanecía esa voz que todos tenemos y que me hacía compararme con otras personas. Creyendo que si hablase más, si me acercarse más, si fuese más activo… podría lograr más cosas en menos tiempo o irme mejor…. La trampa del ego.
En el diplomado de liderazgo aprendí algo que encontré genial, el profesor lo llamó algo así como “el refugio del líder”. Este concepto viene a ser un safe heaven o lugar en el que nos refugiamos para recargar las pilas. No necesariamente tiene que ser un lugar físico. Hay personas que encuentran su refugio escuchando su canción favorita, juntándose con sus amigos, orando, haciendo ejercicio, etc. En mi caso yo lo encuentro retrayéndome por unos minutos, en completo silencio. Silencio que a veces me cuesta encontrar en una ciudad capital, en una empresa con más de setecientas personas y en una sociedad en la que todo resulta ser urgente y para ayer.
La introversión no es lo mismo que la timidez. La introversión es la capacidad de irse hacia adentro y abstraerse de lo que nos rodea, mientras que la timidez está más relacionada a la persona que teme al juicio social. A diferencia de los introvertidos, los extrovertidos requieren mayor estímulo externo para responder, en cambio los introvertidos pueden sentirse más vivos y conectados estando en un ambiente silencioso.
Desde el punto de vista del liderazgo en las empresas, un jefe o líder introvertido puede resultar mucho más beneficioso para la organización. Ya que permite que las personas que tiene a su cargo, se expresen y florezcan en su máxima expresión. Además, su naturaleza le facilita el estar abierto a nuevas ideas, lo cual abre la puerta a soluciones creativas e innovadoras. Por el contrario, según el estudio de Francesca Gino, del Harvard Business School, los jefes extrovertidos por lo general suelen ser más dominantes, a dirigir ellos las conversaciones y a ser menos receptivos. Un jefe de estas características, a cargo de un equipo con personas proactivas, puede tener roces con alta frecuencia y terminar mermando la iniciativa de los integrantes de su equipo.
Obviamente estas no son reglas absolutas. Habemos muchos tipos de personas introvertidas y extrovertidas. Cada una con características, fortalezas y debilidades, únicas. Tampoco se trata de minimizar el valor que las habilidades sociales tienen en el mundo, el cual, gracias a los desarrollos tecnológicos, ha perdido las fronteras que antes lo dividían. Simplemente se trata de sacarnos del dogma de creer o seguir al que más habla. No siempre el que dice más palabras es aquel que tiene las ideas más claras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario